Entrevistamos a Carles Ramió Matas, catedrático de ciencia política y uno de los mayores expertos en Administración Pública. En los últimos años se ha especializado en Inteligencia Artificial y en su impacto sobre el empleo público. Le preguntamos por ello y también hablamos sobre el modelo actual de gestión de RRHH.
La revolución 4.0 también va a impactar en la Administración Pública y sería muy positivo que eso se produjera cuanto antes. Esta revolución puede cambiar todo el sistema productivo y el sistema de relaciones trabajo pero desde una perspectiva positiva, porque puede hacer más sostenible económicamente el sistema público.
La Administración Pública tiene que reaccionar a la Inteligencia Artificial de forma proactiva y no reactiva, tiene que coliderar este proceso. La Administración Pública está capturada por una mala política, lógicas cooperativas y sentencias que impiden la innovación en RRHH. Pero la robótica no puede ser sólo cosa del sector privado, no podemos vivir fuera de la burbuja. Si dejamos que sólo avance en este terreno el sector privado, la Administración Pública tendrá que limitarse a comprarle sus dispositivos y puede ser su privatización definitiva.
Aún llega a tiempo: mientras se produce un envejecimiento de las plantillas hay una necesidad de rejuvenecimiento y además está el impacto de la Inteligencia Artificial en la Administración Pública. Las decisiones que tomemos en los próximos cinco años impactarán en los próximos sesenta. La media de edad es de 54 años y está previsto que en los próximos 12 años se jubilen un millón de empleados públicos. Pero yo lo veo como una oportunidad para que se incorporen un millón de empleados jóvenes, digitalizados y responsables de incorporar la Administración Pública a la esfera de la Inteligencia Artificial.
Gracias a la Inteligencia Artificial, o por culpa de ella, van a desaparecer un millón de empleados públicos. Pero se va a jubilar un millón, así que es una fortuna, porque se va a poder robotizar la Administración Pública con un coste laboral «0».
«Se va a poder robotizar la Administración Pública con un coste laboral cero».
El algoritmo tiene dos elementos: una fórmula matemática y su entrenamiento. Los robots que emplea el sector privado los va a hacer atractivos desde un punto de vista comercial, pero la Administración Pública eso no se lo puede permitir. La Administración Pública tiene que emplear valores públicos para entrenar a sus algoritmos, y cuando aprendan, esos algoritmos podrán regular a los del sector privado. Estamos ante elementos de tipo ético y moral.
Hay una parte de la Administración Pública que es estrictamente burocrática, que permite solucionar temas disciplinarios y dar seguridad jurídica. Esa es la parte que va a ser robotizada, para que los funcionarios se dediquen a temas que aportan valor.
«La parte burocrática de la Administración Pública se va a robotizar para que los funcionarios se dediquen a temas que aportan valor».
Hay una situación critica a nivel de sostenibilidad económica. El envejecimiento de la población va a implicar unos sobrecostes que en los próximos 15 o 20 años se calcula que van a suponer el 13% del PIB. No hay dinero para atender a tanta gente mayor, y la robótica puede ser una oportunidad para que esté tan bien atendida como ahora, o incluso mejor, y a unos costes mucho más bajos. Serán sistemas robotizados de asistencia sanitaria y social; y si además pagan impuestos, es fantástico.
El 90% serán de un nivel de titulado universitario. Habrá especialistas como médicos, pero harán falta los funcionarios que ahora llamamos del Cuerpo General, que serán los actores centrales de la modernización de la Administración Pública.
Las competencias que necesitará un futuro funcionario público son las de leer, escribir y hablar de forma sofisticada. Saber leer la complejidad de los problemas, que tienen elementos técnicos específicos de carácter jurídico, de recursos humanos, políticos, etc. Saber escribir es saber buscarles solución y la capacidad de hablar hace referencia a la capacidad de liderazgo, de gestión y de equipos y de saber catalizar los sistemas colaborativos.
«Las competencias que necesitará un futuro funcionario público son leer, escribir y hablar».
En el sistema de la Unión Europea te hacen pruebas de carácter psicotécnico, con pruebas matemáticas y lingüísticas, que una vez superadas te acreditan para trabajar en la UE. Después tienes dos años para que encuentres tu puesto, presentándote a todas las convocatorias. Así, los puestos se ajustan totalmente a los perfiles que tienen que ocuparlos. Hay muchos mecanismos que son meritocráticos y que tienen mayor predictibilidad que las oposiciones, con las que montamos una tangana de cuatro años para al final acabar acertando menos del 40%.
Es imposible que todos los ayuntamientos tengan unidades de RRHH para hacer unos buenos sistemas de selección y además no pueden hacer esa inversión. Tienen que externalizarlos.
La colaboración publico-privada es esencial para que la Administración Pública sea eficaz y eficiente. La buena externalización es muy positiva, en elementos que son operativos e instrumentales. La Administración Pública tiene competencias oceánicas y por tanto es imposible que lo haga todo sola. Necesita la colaboración del sector privado, pero tiene que hacerlo bien, con buenos sistemas de control y con funcionarios preparados en ese sistema relacional.
Es un elemento propio de nuestro modelo de gestión de RRHH, que es muy anticuado, obsoleto y totalmente barroco. Los instrumentos legales dan seguridad jurídica pero han limitado la flexibilidad, están capturados sindical y corporativamente, y así es imposible innovar.
Escribí un libro con Miquel Salvador sobre la nueva gestión del empleo público en el que hacemos un diagnostico muy crudo: no funciona nada en el modelo actual de RRHH, ni los procesos de selección, ni el sistema de evaluación de desempeño, ni el sistema retributivo, no existe carrera horizontal… Mi posición es radical en este sentido: el actual modelo de empleo público en España tiene que ser dinamitado. Ya no se puede reformar más, hay que empezar de cero uno nuevo que absorba los cambios que van a acontecer.