La elaboración de un Plan de Igualdad en la administración pública local no es solo una obligación legal, sino también una oportunidad para mejorar la cultura organizacional y promover un entorno de trabajo más justo e inclusivo.
Un Plan de Igualdad es un conjunto de medidas diseñadas para alcanzar la igualdad de trato y de oportunidades entre mujeres y hombres en el entorno laboral, eliminando la discriminación por razón de sexo. Este plan debe abarcar y aplicar a aspectos como la selección y contratación, la formación, la promoción profesional, las condiciones de trabajo, la retribución, la ordenación del tiempo de trabajo y la prevención del acoso sexual y por razón de sexo.
En el contexto de la administración pública en España, estos planes son esenciales para cumplir con la legislación vigente y promover una cultura de igualdad.
El marco normativo que regula la igualdad de género en España es amplio y ha evolucionado significativamente en los últimos años.
Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres: Esta ley establece el principio de igualdad de trato y oportunidades entre mujeres y hombres. Aunque no especificó la obligatoriedad de los planes de igualdad, sí sentó las bases para su desarrollo posterior.
Real Decreto 901/2020, de 13 de octubre: Este decreto fué crucial, ya que estableció la obligatoriedad de los planes de igualdad en las empresas y administraciones públicas, regulando su contenido, procedimiento y registro. Las administraciones públicas locales están obligadas a elaborar y registrar estos planes y a garantizar su aplicación efectiva.
Real Decreto 902/2020, de 13 de octubre: Complementa al anterior al establecer medidas para garantizar la igualdad retributiva entre mujeres y hombres, un aspecto que debe ser abordado dentro del Plan de Igualdad.
El incumplimiento de la obligación de desarrollar y aplicar un Plan de Igualdad en las administraciones públicas locales está sujeto a sanciones severas.
Según la Ley de Infracciones y Sanciones en el Orden Social (LISOS), las multas pueden variar dependiendo de la gravedad de la infracción. En casos graves, las sanciones pueden ascender hasta 225.018 euros.
Además, la falta de un Plan de Igualdad puede llevar a la pérdida de subvenciones y a la inhabilitación para recibir ayudas públicas. Además, este incumplimiento no solo implica sanciones económicas, sino también un daño reputacional significativo. La administración queda expuesta a demandas legales por parte de empleados o ciudadanos, lo que puede derivar en litigios costosos y una percepción negativa de la institución. Estos riesgos subrayan la necesidad de cumplir rigurosamente con las normativas vigentes para garantizar tanto la equidad laboral como la estabilidad y la imagen pública del ayuntamiento.
Fuente: Iguales 141
Es crucial que los ayuntamientos no solo desarrollen estos planes, sino que también aseguren su registro y actualización conforme a lo estipulado por la normativa vigente.
El Plan de Igualdad debe ser revisado y actualizado cada cuatro años, o antes si se producen cambios significativos en la estructura organizativa o en las circunstancias laborales que lo justifiquen. El proceso de elaboración del plan debe incluir una fase de diagnóstico, la definición de objetivos, la implementación de medidas, y el seguimiento y evaluación de su efectividad.
El Plan de Igualdad debe registrarse en el Registro de Planes de Igualdad de las Empresas del Ministerio de Trabajo y Economía Social, un requisito que, aunque inicialmente se diseñó para el ámbito privado, también aplica a las entidades públicas desde la aprobación del Real Decreto 901/2020.
La Relación de Puestos de Trabajo (RPT) y la Valoración de Puestos (VPT) son herramientas fundamentales en la administración pública para elaborar un Plan de Igualdad efectivo. Estas permiten una evaluación objetiva de los roles, identificando posibles desajustes salariales y desigualdades de género. Al proporcionar un diagnóstico preciso, facilitan la implementación de medidas correctivas dentro del plan, asegurando una estructura organizativa más equitativa y conforme a la normativa vigente.
El primer paso para crear un Plan de Igualdad es obtener el compromiso firme de la dirección y los políticos de la entidad pública. Este compromiso debe ser visible y explícito, demostrando que la igualdad es una prioridad estratégica. La dirección debe comunicar claramente este compromiso a todos los niveles de la organización.
Es necesario realizar un diagnóstico de la situación actual de la entidad en términos de igualdad. Esto implica recopilar y analizar datos sobre la composición de la plantilla, las políticas de selección y promoción, la formación, la retribución y otras áreas clave. Esta fase es fundamental para identificar las áreas donde existen desigualdades y establecer una línea de base informativa y de datos.
Ejemplo: Si en el diagnóstico se detecta una brecha salarial de género, esta debe ser cuantificada y explicada, y debe servir como base para definir objetivos específicos.
Se deben recopilar datos desagregados por sexo sobre la plantilla, incluyendo aspectos como categorías profesionales, niveles retributivos, promociones, formación recibida, entre otros. Lo cualitativo también importa: Además de los datos cuantitativos, es importante realizar entrevistas y encuestas para obtener una visión cualitativa de la situación, identificando posibles barreras y percepciones sobre la igualdad en la entidad.
Debemos crear una comisión de igualdad que incluya representantes de la dirección y de los trabajadores. Esta comisión será la encargada de desarrollar, implementar y supervisar el Plan de Igualdad. En el caso de la administración pública, esta comisión puede incluir representantes sindicales y otros actores relevantes. La comisión debe encargarse de la elaboración del diagnóstico, la definición de objetivos, el seguimiento y la evaluación del plan. Ojo, es fundamental que esta comisión tenga una formación adecuada en temas de igualdad de género.
Basándonos en el diagnóstico, debemos definir y concretar los objetivos específicos que queremos alcanzar y las medidas concretas que vamos a implementar para lograrlos. Estos objetivos deben ser claros, realistas y medibles.
Por ejemplo:
Ejemplo: Un objetivo podría ser reducir la brecha salarial de género en un 10% en los próximos cuatro años. Las medidas podrían incluir la revisión de las políticas salariales, la formación en igualdad para los responsables de recursos humanos, y la implementación de criterios objetivos y transparentes para la promoción interna.
Redactaremos el Plan de Igualdad, detallando los objetivos, las medidas, los plazos y los responsables de cada acción. Nos aseguraremos de incluir mecanismos de seguimiento y evaluación para poder medir el progreso y ajustar el plan según sea necesario.
El plan debe incluir una introducción, el diagnóstico de la situación, los objetivos y medidas, los responsables, los plazos y los indicadores de seguimiento. Es importante que el plan sea accesible y comprensible para toda la plantilla.
Es necesario comunicar el Plan de Igualdad a toda la plantilla y llevar a cabo acciones de sensibilización para fomentar una cultura de igualdad en la entidad. Es importante que todos los empleados comprendan la importancia del plan entiendan cómo pueden contribuir a su éxito y se impliquen en su consecución.
Puedes usar diferentes canales de comunicación, como intranet, boletines informativos, sesiones informativas, entre otros, para asegurarte de que el mensaje llegue a toda la plantilla. Y puedes organizar talleres y cursos de formación en igualdad de género para todo el personal, especialmente para aquellos en posiciones de liderazgo.
Ponemos en marcha las medidas definidas en el plan, asegurando que se cumplan los plazos y se asignen los recursos necesarios. La implementación debe ser supervisada por la comisión de igualdad. La comisión de igualdad debe realizar un seguimiento continuo de la implementación de las medidas, identificando posibles obstáculos y proponiendo soluciones.
Es necesario realizar un seguimiento continuo del plan para evaluar su eficacia y hacer los ajustes necesarios. Esto implica recopilar datos periódicamente y compararlos con la línea de base establecida en el diagnóstico inicial. Y para ello nada mejor que fijar unos indicadores de medición y realizar informes periódicos.
La tecnología puede ser un aliado poderoso en la gestión de personas, y esto incluye el caso y momento de la creación e implementación de un Plan de Igualdad. Te citamos aquí a continuación herramientas que te podrán resultar muy útiles:
La creación e implementación de un Plan de Igualdad no está exenta de desafíos. Tenemos identificados algunos de los retos más comunes y sus posibles soluciones:
La resistencia al cambio: Uno de los principales desafíos es la resistencia al cambio por parte de algunos empleados. Para superar este obstáculo, es fundamental contar con el compromiso visible de la alta dirección y realizar acciones de sensibilización y formación que demuestren los beneficios de la igualdad de género.
La falta de recursos: La implementación de un Plan de Igualdad requiere recursos humanos y financieros. Es importante asegurar que se asignen los recursos necesarios desde el inicio.
Las dificultades en la recolección de datos: Obtener datos precisos y desagregados por sexo puede ser un gran desafío. Utilizar herramientas tecnológicas de gestión de recursos humanos suele facilitar esta tarea y nos asegura que se cuenta con la información necesaria para realizar un diagnóstico preciso.
Elaborar y aplicar un Plan de Igualdad no es solo una obligación legal, es un compromiso con la equidad y la justicia social. Un Plan de Igualdad bien diseñado y ejecutado no solo garantiza el cumplimiento normativo, sino que también contribuye a la creación de un entorno laboral más inclusivo y satisfactorio para todos los empleados. Al adoptar un enfoque proactivo y utilizar las herramientas y estrategias adecuadas, los ayuntamientos pueden liderar con el ejemplo y convertirse en referentes de igualdad de género en el ámbito público.